miércoles, diciembre 23, 2015

Chámayelu fiyu enantias que te lu chamen (III)

Si la mi guela Trinidá (que hoy tendría 123 años) levantara la cabeza y viera y oyera a algún “santón” de los que pululan por el leonesismo con aires de filólogo e investigador, estoy segura de que la frase que da título a esta nota sería la primera que acudiría a su boca.

Viene este comentario a cuenta de un artículo que lleva por título “FELICITANDO LA NAVIDAD EN LEONÉS (SIN CAER EN EL RIDÍCULO)” y en el que se hacen afirmaciones tan peregrinas como poco documentadas.

La verdad es que, en general, suelo pasar bastante de los comentarios del sujeto en cuestión pero en esta ocasión, viendo hasta dónde pueden llegar los intentos de manipulación de muchas personas de buena fe, me he decidido a contestar lo siguiente. Espero que comprobéis cuanto digo. Yo ni pretendo sentar cátedra, ni me atrevo a decir que lo que otra gente habla “está mal” porque, por suerte o por desgracia, se podrían llenar libros y libros con todo lo que los humanos ignoramos por lo que NADIE está en posesión de la verdad absoluta.

Aquí os dejo mis argumentos:

Caer en el ridículo es decir “El problema es que 'Nadal' es una palabra totalmente desconocida en León y en Zamora desde hace siglos. Y en realidad, hasta en Asturias, donde sólo se ha conservado fosilizada en algunos refranes.”

¿Cómo es posible que se fosilice algo que no existía? ¿Cómo es posible que en León existan los apellidos Natal y Nadal si esas palabras son desconocidas?

Imagino que tendremos que olvidarnos también de “vegada”, “pardal” y alguna palabra más porque también existen en catalán.

Caer en el ridículo es decir “ya que lo general en leonés es 'buen, -u, -a'.” Estoy segura de que si Don Eugenio Miguélez, autor del Diccionario de las Hablas Leonesas (León, Zamora y Salamanca) levantara la cabeza no estaría muy de acuerdo en semejante apreciación dado que recoge “bon, bona, bonos, bonas” y sin embargo desconoce “buen, -u, -a”.

Claro que para la corriente que sostiene que la lengua sólo llega hasta el Duero (curiosamente el territorio perfectamente dirigible desde Oviedo, como en tiempos de Alfonso III El Magno, ya que en cuanto se cruza el Duero, el centro habría que desplazarlo hacia el sur) Don Eugenio tiene que ser un personaje bastante molesto.

Caer en el ridículo es decir “el ‘cabo de año’ o ‘cabodañu’ no es otra cosa que el aniversario del fallecimiento de una persona.”

Cabudannu en leonés, Cabo d'Anyo en aragonés y Cabo de Año en castellano significan pura y simplemente “Aniversario”, como muy bien me enseñaron mis dos abuelas (leonesa y aragonesa, curiosamente) pretender que sólo se refiere al aniversario del fallecimiento de una persona es caer en la trampa de que se ha conservado “Cabo de Año” en muchos pueblos para nombrar a la misa de aniversario, pero no hay un “aniversario de fallecimiento” y un “aniversario a secas” para todo los demás.

Caer en el ridículo es decir “Y eso por no entrar en lo de usar 'nn' por 'ñ', que merecería capítulo aparte.”

En todas las lenguas romance que conozco existe el sonido “ñ” pero es representado por dos letras (“ny” en aragonés, catalán y ladino, “nh” en portugués y mirandés, “gn” en francés e italiano) y en leonés y castellano se representaba por “nn”. Como una más de las abreviaturas que se empleaban cuando todo se escribía a mano, las dos enes empezaron a escribirse como una “n” normal y otra “n” más pequeña encima que, a fuerza de empequeñecerse terminó siendo la tilde de la “ñ”. Revitalizar algo que existió y no dejar que desaparezca “no merece capítulo aparte”, es otro modo de seguir manteniendo la lengua y sus peculiaridades. (*)

Y lo que es caer totalmente en el ridículo es hablar de 'asturiano' en Asturias y de 'asturleonés', 'asturianoleonés' o 'asturiano de León' en León, haciendo caso omiso de toda la bibliografía existente desde el siglo XVI que habla de leonés para referirse a nuestra lengua, y reconociendo al asturiano como una de las variantes de dicha lengua leonesa.

Como dijera Menéndez Pidal en su obra “El Dialecto Leonés”: “El asturiano puede pasar, en su conjunto, por el resto mejor conservado del antiguo leonés”, con lo que deja bien clara la filiación de la citada variante lingüística. Nunca el transcurso del tiempo ha convertido a un padre en su propio nieto (hijo de su hijo).

  • (*) Me permito añadir el comentario que el día 24 de diciembre hizo el collaciu Dannielu Gerra, en mi Muro de FB sobre el tema de la “ñ” y la “nn”: "se pongan como se pongan la ñ no es una letra o no hace tanto que lo es. No hay más que recurrir a cualquier publicación del siglo XVII (por ejemplo las edixiones originales del “Quixote”) para comprobar que la virgulilla o acento nasal (en realidad una N esquemática) ~ se usaba para representar en menor espacio a cualquier otra n: así escribian “ãtes” por antes o “encõtrados” por encontrados y es como se comienza a escribír “año” (que incluso vaciló con “ãno” y “anõ”) y todas las palabras que contienen el sonido palatal que en el siglo anterior (basta leer la gramática de Nebrija en la que llama a la “ñ” ene doble o tildada y no se decide si usarla de una u otra habiendo ediciones publicadas con “nn” y otras con “ñ” impresas por él) todavía se representaba frecuentemente pon “nn”."

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